miércoles, 1 de febrero de 2012

Felicidad

Ese momento en el que sentimos que, a pesar de todo, del pasado, de las lágrimas, de los malos recuerdos, somos y nos sentimos felices.
Porque ser, y estar feliz nunca es lo mismo.
En ese instante eres, estas y sientes la necesidad de abrazar, de gritar, de vocearle al mundo las ganas que tienes de luchar, de ser tú misma.
Dispuesta a querer, y a ser querida.
Susurrándole al silencio que tus llantos ya no serán compañeros.
La música ya no te invade y se deshace, ahora te complementa y se revuelve, te toma y se expande.
El cuerpo empieza a respirar de la locura…
Sucede a veces, aunque dure poco. Porque los días felices, son los que luego, y al final de todo, quedan grabados en la memoria. Quedan dulces en la boca como caramelos infinitos que se derriten en la emoción y el ánimo.
No vale la pena morder el polvo para luego escupirlo.
Si quiera vale la pena hacerse daño a sí mismo inmerso en la culpa.
¿Los fallos? De ellos se aprende.
¿Las lágrimas? Se secan.
¿El dolor? Se olvida.
¿El tiempo? El tiempo es la medicina para el corazón herido…
¿Y los besos? Son alimento para el alma hambrienta.
La naturaleza cíclica del paso elemental y la evolución humana nos hace mirar al presente y levantar cabeza.
Somos nosotros, dueños de cada paso, de cada pisada. Dueños de unas huellas que serán imborrables en el futuro. Dejémoslas pues, lo más cerca posible de la felicidad, para que sea ésta la que el día de mañana nos tatúe el recuerdo de buenos momentos…

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